El último día antes de coger el vuelo ha sido muy relajado, he ido a clase y repartido deliciosos bombones para todos, y después hemos quedado algunos de los compañeros para tomar un exquisito caramellatte en una cafetería italiana.
Probando el típico FISH AND CHIPS |
Ya en la residencia, preparar las maletas, cena de despedida con los compañeros del flat, y descansar.
Por la mañana, al aeropuerto y venga el gitaneo padre, la maleta se me pasó de peso tres kilos, tres kilos que no sabía donde meter. Ropa sobre ropa, y bolsa tras bolsa, pudimos hacerlos pasar sin muchos problemas.
En el avión me tocó junto a un señor muy agradable con su niña de unos 7 años, y esta situación hizo que me animara a tener unas palabras con él, que si iba de vacaciones, que de dónde era, etc... de lo que estoy muy contenta, porque aunque sea en los últimos días, me he atrevido a hacer pequeñas frases y poderme comunicar aunque sea con muchas limitaciones.
La llegada a casa fue muy emotiva, en el aeropuerto me esperaban mi hermana Lali y mi sobrina Lucía, con una preciosa pancarta de bienvenida hecha con mucha ilusión, una imagen que no olvidaré nunca, jejejeje.
El domingo ha sido un día de adaptación, y resignación sobre el hecho de estar de vuelta en casa y de vuelta a la realidad, pero la compañía de la familia hace que todo sea más fácil.
Gracias.
Los quiero mucho a todos.
Aquí terminan mis CUATRO SEMANAS EN BOURNEMOUTH.